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13/09/2022

Cuáles son los nuevos mecanismos "imbatibles" en temas de ciberseguridad

Sin duda, uno de los principales cambios estructurales que nos dejó la pandemia es el incremento en la adopción de los pagos digitales. Según el informe del segundo semestre de 2021 de Inclusión Financiera desarrollado por el BCRA, durante el año pasado cada adulto realizó un promedio de 9,2 operaciones mensuales vía medios de pagos electrónicos (MPE) ya sea mediante transferencias, tarjetas de débito o crédito, entre otras.
Otra de las dimensiones de este fenómeno es el crecimiento exponencial de los ciberataques. De acuerdo con un informe del Observatorio de Cibercrimen y Evidencia Digital en Investigaciones Criminales de la Universidad Austral (Ocedic), las denuncias por estafas virtuales aumentaron casi un 200% durante el primer trimestre de este año en comparación al mismo período en 2021.
Frente a este escenario, las entidades financieras se encuentran con el desafío de incorporar soluciones que refuercen la seguridad de sus canales digitales y que, a la vez, brinden una experiencia mucho más fluida, minimizando la fricción en las operaciones diarias de sus clientes.
La verificación de identidad de una persona se puede realizar a través de diferentes factores que permiten a las instituciones financieras autenticar a los usuarios, por ejemplo, “algo que sé”, como un PIN; “algo que solo yo tengo”, como un Soft-token y, por último, “algo que soy” como el reconocimiento facial, nuestras huellas dactilares o la propia voz. Soluciones como la biometría y el Soft-token son claves para proteger a los usuarios y dar una mayor confianza al momento de ingresar a una cuenta o de transaccionar de manera digital.
En particular la biometría tiene beneficios trascendentales tanto para las entidades financieras como para sus usuarios, con una experiencia de uso realmente simple, rápida y natural, dado que esta herramienta se basa en comparar las características físicas y patrones de comportamiento de un individuo para confirmar su autenticidad, en vez de utilizar contraseñas a la hora de realizar una transacción.
La combinación de la biometría con otros mecanismos como el Soft-token constituye un dúo imbatible en términos de seguridad, ya que supone una acreditación exclusiva de cada persona.
En efecto hoy en día los bancos deben contar con mecanismos de seguridad que garanticen que, aunque un ciberdelincuente pueda acceder a los datos de un usuario esto no ponga en riesgo su privacidad ni la de sus fondos. Pese a que suene absurdo, esto desafía el paradigma actual donde muchas instituciones financieras, para evitar el fraude, llevan a cabo estrategias restrictivas, poniéndole límites a los usuarios a la hora de operar, que en definitiva no terminan de solucionar el problema de fondo. En este sentido, el desarrollo de aplicaciones que estén pensadas para que cualquier persona realice sus transacciones habituales de manera simple, es decir, brindando una experiencia sin fricciones y a la vez garantizando los máximos estándares de seguridad para que no haya posibilidad de suplantación de identidad, es clave en el proceso de construcción de una estrategia digital.

El contenido original de la nota fue publicado en Perfil.com. Para leer la nota completa visitá aquí

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